No
escribo hace tanto tiempo que me encuentro en un continuo titubeo sobre sí
hacerlo o no.
Probablemente, por las circunstancias, sea lo que mejor me
sentaría hacer, pero por otro lado, me da miedo tropezarme con tantas emociones
embotelladas que deje debajo de mi cama. Hay muchas cosas que me molestan hoy
en día, de la humanidad, de las personas que me rodean, de mí, de mi vida, no sé
ni por dónde empezar o sí de una vez terminar con ellas. Empiezo
a sacar las botellas de debajo de mi cama, estoy ansiosa y con miedo, me muerdo
de labio, las uñas, los puños…espero poder.
Una por una, cosas que enfrentar sin desmoronarme, poco a poco, intento
encontrar paz.
Con
una visión universal me doy cuenta que la humanidad está perdiendo la cordura,
varios temas políticos, sociales y económicos están en un boom de cambios y hay
dos posturas, los que se han cerrado con la rutina y los que están dispuestos a
escuchar. Pero aún así, no hay un balance, no encontramos un balance. Mi mundo también
se encuentra así, hay una guerra, entre estar bien y mal y sinceramente yo ya
no se en que postura estoy.
El
silencio, en general, ahora me quita de mis casillas. Ahora, no se si no
quieren conversar o varias personas a las que consideré amigos/as me han
alejado de sus vidas, tengo miedo de ser yo y al mismo tiempo tengo miedo de
que sean ellos. He aprendido que ya no
vale la pena hacerme daño por los problemas que me afectan pero en sustitución
a ese alivio físico, que por ende, se hacía mental, he perdido el alivio y me
confundo con facilidad, lo coloco en una botella y debajo de mi cama yacen. Perdí
la paciencia, perdí las cuchillas, perdí mis lágrimas y no sé dónde
encontrarlas.
Todos
tenemos una vida y dentro de ella, días y años para aprender algo nuevo de la
vida en sí y de nosotros mismos…¿será que lo estamos haciendo bien o no se nos
permite hacerlo bien?
Dentro
de poco cumpliré 18 años, la felicidad viene cuando pienso que seré más
autónoma, podré tener más libertad de tomar decisiones, de salir, de vivir…podré
empezar la búsqueda de identidad, ahora legal, que me respecta. Pero el
problema está en que, la realidad, es sumamente distinta a como creemos todos.
Nos dan alas pero nos advierten a no volar y que es mejor caminar pisando las
huellas de ellos, de nuestros padres o de triunfadores en ámbitos laborales que,
“tenemos qué”, aspirar a seguir.
Y
entonces me pregunto: ¿porqué, mierda, es así?, me rehúso.
Esperamos
por este momento toda nuestra tormentosa adolescencia y se nos da un pare al
primer intento de encontrar la felicidad. Todos los padres, de alguna manera,
pasan por un lavado cerebral y olvidan lo que ellos pasaron a nuestra edad,
cierto? “Son años de experiencia” dicen, pero luego, con la puerta entre
abierta los escuchamos llorar diciendo que sus vidas no resultaron ser como
ellos querían, que la vida es difícil, que el trabajo en el que están les deja
sin vida, que las deudas, que los viajes, que por nuestro abuso al internet la
cuenta de luz fue más cara este mes, y cosas así. Sinceramente, no los entiendo
y cada día que pasa estoy más segura de no querer ser como ellos.
Entre
sus quejas, con las que todos los jóvenes de hoy estamos identificados, es el
insistente ingreso a la universidad para poder “triunfar en la vida”. Bueno, no
sé qué pretenden, mientras que el 60% (estimo) de la población del mundo,
utiliza aparatos de Apple, una empresa echa por alguien que no terminó la
universidad. Entre estos, Oprah Winfrey, Tiger Woods, una gran variedad de
artistas, Lady Gaga, Brad Pitt, James Cameron, el creador de Microsoft, Bill Gates; el
creador de Facebook, Mark Zuckerberg y entre millones de otros. Claramente, no es un motivo por el cual TODOS
debemos estudiar, si lo importante es tener la motivación y pasión por lo que
sea que desees ejercer y el impacto que quieras en el mundo.
No
me van a mentir diciendo que solo triunfan los gringos y que porque vivo en
Perú tengo qué estudiar, o que porque quiero ser artista tengo que irme a
Estados Unidos. Váyanse a la mierda, directamente, y nuevamente, me rehúso.
Cambiando
de tema, en este desahogo de la indignación que me rodea, he visto que la última
vez que publiqué algo en mi blog fue hace exactamente un año, menos dos días.
Asu.
Un
año, tantas cosas, toda una montaña rusa.
Primer
año de universidad, muchas personas nuevas, donde tú tienes que moverte para
conseguir lo que quieres, entre otras cosas. Mis aventuras aprendiendo a usar
combi sin sentir que me iban a robar en todas las esquinas, pero en alivio,
solo me robaron en la puerta de la universidad.
Poco
a poco, o más bien, dentro de poco conocí a muchas personas, cuando me permití
salir de mi burbuja, o de la burbuja que me habían puesto pero dejé atrás. Fue
la mejor decisión que creo haber tomado hasta ahora, aún si en el momento parecía
más trágico de lo que era. Así que puedo decir que aprendí algo en un año, que
todo en el momento se ve y siente mucho más insoportable de lo que es y será. Mis brazos están limpios hace aproximadamente cinco meses y estoy orgullosa de mi. Porque sé que no todo estará bien y perfecto siempre, la cosa es aprender a lidiar con las emociones y situaciones.
También,
entre todo esto, mi búsqueda de paz y felicidad está en buen camino, el amor ya
lo encontré y de manera inesperada, que me hace sentir más viva que nunca jamás
lo había sentido antes. Si, un poco abrumador el cambio, pero diferente y por
primera vez, siento lo que es el respeto por ese alguien que ahora forma parte
de mi vida, cosa que no me había pasado antes y se siente la diferencia, siento
demasiado alivio de por fin hacer esto bien desde el comienzo. En este caso,
creo que solo yo me entiendo y me agarrarán de loca.
En
fin, a medida de que crezco me doy cuenta de que hay muchas cosas que me
indignan y muchas cosas que aprendo y acepto, tanto de la vida cómo de mí. Espero,
de alguna manera, cambiar un poco el mundo, así sea el que me rodea, como el
más ajeno a mí. Pues, al conocer más al mundo me conozco mas a mí y me alegra poder
estar viva hoy en día, así lo dude de vez en cuando, y cuando lo dudo, pienso
en él y me doy cuenta de que si, vale la pena vivir. Que no es necesario buscar
las cuchillas, las lágrimas, las penas, sí no, es mejor buscar un balance, un
desahogo, una buena música que escuchar a máximo volumen para gritar y bailar,
para dedicar, para emocionar, para cantar. Me doy cuenta que, así como he
perdido a gente de mi vida, he ganado a otras, y sé que cada uno tiene algo que
enseñarme, porque todos vivimos por algo y impactamos a los que nos rodean,
queramos o no, así son las cosas y rara vez se es tal y cómo se quiere.
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