Frase del momento

"Sonriendo...miento y digo que no estoy muriendo" - The Mills

Wednesday, June 27, 2012

Degeneración Actual



El casset estaba puesto al revés. Mi padre me miró y con aquella risa de joven irónico dijo “la cague”. La voz de Pedro Suarez Vertiz comenzó a sonar y continuamos el camino, saliendo del grifo nos adentramos a aquel tráfico infernal usual de verano para poder regresar a la casa.
En el barrio, los mismos “tíos” que siempre acostumbraba a saludar, me decían lo mucho que había crecido, y yo simplemente sonreía porque crecía, aparentemente, cada dos días. La misma caminata al kiosco de la esquina de Metro, donde pedía aproximadamente 30 figuritas y regresaba con Yuli, mi empelada y amiga, a mi casa.

Entonces, esperaba, ya pasaban las 8pm..debería estar cerca. Lo llamaba, “papito, donde estas?” , “llegando” siempre me respondía. Me dormía hasta creerme el cuento de que iba a llegar para ver Zaboomafu juntos, pero no llegaba hasta que la puerta del garaje sonara peculiarmente.

La puerta pequeña se abría, el picaporte era retirado, la puerta pequeña se cerraba, la cochera se abría, el carro entraba, el motor se apagaba, la cochera se cerraba, el picaporte era colocado devuelta en su lugar. Y con un silbido de canciones muy viejas para mi reconocimiento, entraba a la casa.

Ya eran las 12pm. Cogía mi almohada y corría tal cual ninja para pasar desapercibida por mi hermana hasta poder entrar a
su cuarto.


Mi mamá siempre se encontraba echada al lado izquierdo de la cama, era reflejada por la luz de la luna. Hermosa como siempre lo será. Mi papá en cambio, en el lado derecho, mirando noticias, o eso aparentaba. Su ronquido era tal cual un león ahuyentando a su crías de algo malo, pero no me importaba. Me escabullía a su lado y le daba un beso de buenas noches , miraba un poco de noticias y si tenía suerte, podía ver un poco de Ponela Franchella y me quedaba dormida a su lado. Pero siempre despertaba en mi cama.

Los años fueron pasando y de pronto, los peluches desaparecieron, al igual que mi ropa, mis recuerdos y mi madre también, junto a ellos.

Y mientras el invierno llegaba, los desayunos familiares acabaron, las cenas, las sonrisas, todo. Se fueron junto al sol de ese ultimo verano en el que, aquel sol me calentaba al despedirme de los dos antes de irme al colegio.