Las palabras se van
enredando en mi lengua, mientras que mi mente me juega un acertijo con mis pensamientos y termino diciendo cosas sin sentido alguno. Siento un vacio
diferente en el medio de mi pecho, como si alguien te hubiera atravesado la
piel y te hubiera arrancado el corazón. Procuro saber quién lo hizo…miro
alrededor, pero al cabo de unos segundos siento algo deslizándose de entre mis manos y un olor peculiar
a ser humano podrido se desprende de un pequeño corazón que yacía ahí, sin una
razón para palpitar.
Lo dejo en el suelo,
me limpio las manos en el pantalón y me
siento en la esquina de la habitación. Cuatro paredes blancas me rodean y un
corazón sin palpitar me alarma de que debo tomar alguna decisión. Dejarme desangrar
o colocarlo en su lugar. ¿Qué diría la
gente al ver las heridas en mi pecho?. No puedo permitirme sentir importancia
por ellos, por quienes optaron por dejarme desangrar.
No me queda nada y
te vas. Y me voy.
Entonces, todo oscurece. Las cuatro paredes se llenan de sangre, mi cuerpo termina extendido
sobre tus brazos, que ruegan una explicación. La culpa te invade y yo, en los últimos susurros te digo que había sido yo quien había causado eso. No recuerdo mas.
Llega un momento en el que uno se rinde, y todo en esta vida deja de tener un
sentido. Cuelgas encima de un precipicio por un
amor que te sostuvo antes de caer, pero te das cuenta que esos brazos que te sostenían, estaban heridos por ti. Te quedas sin saber que hacer,
esperando, en la oscuridad de tus pensamientos, a que ese bendito acertijo se resuelva por sí solo y finalmente, pudieras salvar a todos. Incluso a ti.
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